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Mixtura ecológica y medicinal, por: Modesto Montoya Físico Nuclear
Por milenios los antiguos científicos andinos investigaron las propiedades curativas de las plantas. Los científicos modernos extraen los componentes moleculares responsables de esas propiedades, lo que abre una ingente veta apenas atisbada.
El centro Takiwasi de Tarapoto trata la drogadicción con “Banisteriopsis caapi” o ayahuasca. El resultado no es inmediato: debe contarse con unos tres meses de tratamiento con chamanes. La ayahuasca no crea adicción: genera sustancias que liberan el cerebro de las barreras con la conciencia, lo que permite identificar las raíces de los problemas adictivos. Para reforzar el efecto de la planta, los chamanes usan otros vegetales.
Para reducir las malas grasas de la sangre, Ciro Maguiña, decano del Colegio Médico del Perú, consume sacha inchi.
Según Maguiña, esa medicina preínca estuvo adelante respecto a la europea y nos hace recordar que los españoles trajeron la triaca, que equivocadamente la creían curativa. En cambio, histórico es el caso del árbol de la quina, de donde se extrae la quinina, con el que se trata la malaria, recuerda Maguiña.
Para redactar esta nota hemos visitado las laderas de Salpo, un pueblo andino a 70 km de Trujillo. Tomamos contacto con sus habitantes, les preguntamos cómo aplacar nuestros males. Nos invitaron una infusión de cola de caballo para disminuir la inflamación, una de valeriana y otra de ruda para la ansiedad. Luego de un guiso de cuy nos dieron anís. A falta de médico, los salpinos tienen una rica farmacopea natural. Ciro Maguiña nos dice que en el Perú 40% de las enfermedades se cura con medicina natural. Por ello, él aboga por la integración de la medicina natural con la convencional, “en estos tiempos que se valoran los términos inclusión y mixtura”.
La naturaleza también tiene productos perniciosos. En la selva se tiene el curare, que sirve para envenenar las puntas de las flechas, pero también tiene propiedades anestésicas. Es oportuno señalar que hay varias otras plantas venenosas en la selva.
Los productos naturales medicinales son cada vez más demandados en el Perú y el mundo. Essalud tienen ahora un instituto de medicina natural. Países industrializados observan un alto crecimiento de la llamada medicina complementaria.
El Perú cuenta con investigadores de plantas curativas como Gustavo Gonzales, Abraham Vaisberg, Olga Lock, Joaquina Albán, Rosario Rojas, Martha Villar y María Rivera. Hay muchos científicos que por no encontrar un lugar para investigar partieron al extranjero. Hay también varios científicos extranjeros que investigan en este campo, como es el caso del fitoquímico Michel Sauvain, del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia.
Una de las tareas del futuro ministerio de ciencia y tecnología es promover y financiar la formación del laboratorio nacional de fitoquímica con unos 500 investigadores que cuenten con tecnología de punta para extraer e identificar las moléculas con propiedades curativas. El presupuesto necesario es de US$200 millones anuales, lo que sería poco, si consideramos que los expertos, como Gustavo Gonzales, proyectan que, como producto de esta investigación, en 10 años, estaríamos exportando miles de millones de dólares al año.
Por milenios los antiguos científicos andinos investigaron las propiedades curativas de las plantas. Los científicos modernos extraen los componentes moleculares responsables de esas propiedades, lo que abre una ingente veta apenas atisbada.
El centro Takiwasi de Tarapoto trata la drogadicción con “Banisteriopsis caapi” o ayahuasca. El resultado no es inmediato: debe contarse con unos tres meses de tratamiento con chamanes. La ayahuasca no crea adicción: genera sustancias que liberan el cerebro de las barreras con la conciencia, lo que permite identificar las raíces de los problemas adictivos. Para reforzar el efecto de la planta, los chamanes usan otros vegetales.
Para reducir las malas grasas de la sangre, Ciro Maguiña, decano del Colegio Médico del Perú, consume sacha inchi.
Según Maguiña, esa medicina preínca estuvo adelante respecto a la europea y nos hace recordar que los españoles trajeron la triaca, que equivocadamente la creían curativa. En cambio, histórico es el caso del árbol de la quina, de donde se extrae la quinina, con el que se trata la malaria, recuerda Maguiña.
Para redactar esta nota hemos visitado las laderas de Salpo, un pueblo andino a 70 km de Trujillo. Tomamos contacto con sus habitantes, les preguntamos cómo aplacar nuestros males. Nos invitaron una infusión de cola de caballo para disminuir la inflamación, una de valeriana y otra de ruda para la ansiedad. Luego de un guiso de cuy nos dieron anís. A falta de médico, los salpinos tienen una rica farmacopea natural. Ciro Maguiña nos dice que en el Perú 40% de las enfermedades se cura con medicina natural. Por ello, él aboga por la integración de la medicina natural con la convencional, “en estos tiempos que se valoran los términos inclusión y mixtura”.
La naturaleza también tiene productos perniciosos. En la selva se tiene el curare, que sirve para envenenar las puntas de las flechas, pero también tiene propiedades anestésicas. Es oportuno señalar que hay varias otras plantas venenosas en la selva.
Los productos naturales medicinales son cada vez más demandados en el Perú y el mundo. Essalud tienen ahora un instituto de medicina natural. Países industrializados observan un alto crecimiento de la llamada medicina complementaria.
El Perú cuenta con investigadores de plantas curativas como Gustavo Gonzales, Abraham Vaisberg, Olga Lock, Joaquina Albán, Rosario Rojas, Martha Villar y María Rivera. Hay muchos científicos que por no encontrar un lugar para investigar partieron al extranjero. Hay también varios científicos extranjeros que investigan en este campo, como es el caso del fitoquímico Michel Sauvain, del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia.
Una de las tareas del futuro ministerio de ciencia y tecnología es promover y financiar la formación del laboratorio nacional de fitoquímica con unos 500 investigadores que cuenten con tecnología de punta para extraer e identificar las moléculas con propiedades curativas. El presupuesto necesario es de US$200 millones anuales, lo que sería poco, si consideramos que los expertos, como Gustavo Gonzales, proyectan que, como producto de esta investigación, en 10 años, estaríamos exportando miles de millones de dólares al año.
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